Una historia contada por Virginia
Testimonio del protagonista
Diego es un alumno que vive el proceso de aprendizaje intensamente acompañado siempre de su familia. Disfruta de las clases y de pasar los fines de semana en el aeródromo junto con nosotros.
El pasado sábado 27 de septiembre, estuvo volando por la mañana como cualquier otro fin de semana. Da una o dos clases al día y avanza a pasos agigantados en su formación como piloto. No obstante, esa tarde tuvimos que cancelar vuelos por mala meteorología. Diego tendría que esperar un día más para volver a coger los mandos del Aeroprakt.
Sin embargo, la naturaleza es caprichosa y, aunque hubo tormentas esa tarde y otros pilotos no pudieron volar, el cielo volvió a estar libre de nubes al atardecer. Diego, al estar en el aeródromo todo el día, pudo volver a sentirse piloto una vez más, lo que no se esperaba era que ese vuelo no iba a ser una clase cualquiera.
Desde la oficina escuché notificar toma final por la radio y a los pocos segundos, Rodrigo se bajaba del avión para pedirme el walkie. Efectivamente, Diego estaba listo para volar solo por primera vez.
Y así fue. Despegó como otras tantas veces había practicado pero en esta ocasión todo dependía de él. Apoyado desde tierra con las instrucciones de Rodrigo y los ánimos de su mujer, hijo, perro y míos, hizo unos aterrizajes demostrando una delicadeza y destreza impecables.
Corriendo, fuimos a recibirle al bajar del avión y recibió el tradicional reconocimiento en estos casos: un cubo de agua sobre su cabeza. Bueno, en su caso no fue uno, sino tres.
Emocionados por su logro, compartimos un buen rato en nuestro hangar en familia escuchando sus sensaciones de la experiencia y la alegría del momento.
Gracias por tu implicación y atención cada día. Con alumnos como tú, nuestro trabajo es mucho más sencillo y gratificante.
¡Ya estoy deseando contaros la próxima!
